Fuente: El pais
Escrito por: Nicolás Alonso
Una semana después de la elección de Donald Trump, el presidente Xi Jinping viajó a Latinoamérica por tercera vez en tres años para enviar un claro mensaje: China quiere ser el principal aliado de la región. “Si compartimos la misma voz y los mismos valores, podemos conversar y admirarnos sin importar la distancia”, prometió el líder asiático ante la presidenta chilena, Michelle Bachelet, en Santiago. A poco de cumplirse el primer año de Trump en la Casa Blanca, el Gobierno de EE UU está en retirada del plano internacional, cuestionando alianzas y rompiendo acuerdos. En América Latina, China, que desde hace más de 10 años es un importante socio comercial, aumenta ahora su influencia política, cultural y social para ocupar el vacío creado por la falta de estrategia estadounidense.
Trump llegó a la Casa Blanca aupando una retórica nacionalista y proteccionista en el ámbito comercial. Latinoamérica observó el carácter impredecible de un nuevo presidente anti-establishment con incertidumbre. Pero en menos de un año, el presidente estadounidense ha confirmado su lealtad a su agenda anti-globalización de “América Primero”. Trump ha retirado a EE UU del Acuerdo de París —al que están suscritas todas las naciones del mundo— y del Tratado comercial con el Pacífico (TPP) con países asiáticos y latinoamericanos. El presidente también ha amenazado con poner fin al Tratado de Libre Comercio (TLC) con México y Canadá. Con estas y otras decisiones, Trump ha distanciado a EE UU de su posición hegemónica mundial y forzado a sus socios tradicionales a buscar y reforzar otras alianzas. “Siempre pondré a América primero, no podemos seguir participando en acuerdos en los que EE UU no obtiene nada bueno”, afirmó el republicano en la Asamblea General de la ONU.